El rinconcito
Contemplo en mis recuerdos aquel rincón de playa, punto de encuentro de brisas marinas. Rincón donde pasar las horas calurosas del día. Veo el perfil de la sombra que protegía el cuerpo dormido de los turistas en la playa, sombra que iba ganando terreno conforme se adentraba la tarde. Y allí en nuestro rincón, los dos sentados cogidos de la mano, contemplando el mar, acariciados por la brisa con olor a agua salada.
De manera igual de fácil me podía quedar embelesada mirando el mar como mirando tu cara, fijando en los detalles de tu rostro, tus expresiones, como observabas a los últimos rezagados en la arena, o como tu mirada se perdía observando el horizonte. Y de vez en cuando me mirabas gracioso y decías eh, me estás mirando y sonreías perdiéndote de nuevo en tus pensamientos. Entonces yo te apretaba fuerte la mano y seguía mirando el mar a tu lado.
No hacían falta relojes, no había hora de partida. Solos tú y yo, decidiendo a dónde dirigir nuestros pasos, cogidos de la cintura, pasando desapercibidos entre la gente despreocupada por las vacaciones. Paseando horas, sin necesidad de hablar, sin decidir donde finalizar nuestro camino, solo nosotros dos de noche en medio de la multitud.
Y cuando cansados decidíamos volver sobre nuestros pasos nos quedaba la ilusión de llegar a nuestro punto de partida, llegar a nuestra habitación y dormir abrazados. Dormir a tu lado, envuelta por tu aroma, y de fondo tu respiración y los latidos de tu corazón.
Lo que habría dado por hacer eternos esos días.
Lo que habría dado por vivir en ese sueño y no despertarme en esta pesadilla...
De manera igual de fácil me podía quedar embelesada mirando el mar como mirando tu cara, fijando en los detalles de tu rostro, tus expresiones, como observabas a los últimos rezagados en la arena, o como tu mirada se perdía observando el horizonte. Y de vez en cuando me mirabas gracioso y decías eh, me estás mirando y sonreías perdiéndote de nuevo en tus pensamientos. Entonces yo te apretaba fuerte la mano y seguía mirando el mar a tu lado.
No hacían falta relojes, no había hora de partida. Solos tú y yo, decidiendo a dónde dirigir nuestros pasos, cogidos de la cintura, pasando desapercibidos entre la gente despreocupada por las vacaciones. Paseando horas, sin necesidad de hablar, sin decidir donde finalizar nuestro camino, solo nosotros dos de noche en medio de la multitud.
Y cuando cansados decidíamos volver sobre nuestros pasos nos quedaba la ilusión de llegar a nuestro punto de partida, llegar a nuestra habitación y dormir abrazados. Dormir a tu lado, envuelta por tu aroma, y de fondo tu respiración y los latidos de tu corazón.
Lo que habría dado por hacer eternos esos días.
Lo que habría dado por vivir en ese sueño y no despertarme en esta pesadilla...
13 comentarios
Sigue la Buskeda -
se debe estar muy a gusto, verdad?
Un saludo
olvido -
olvido -
Sigue la Buskeda -
Un saludo
El Mundo de CHOI -
olvido -
Ume -
olvido -
P.D.:y muchas gracias por los halagos jeje
Adri -
La verdad que la suerte es mia por encontrar tu blog, pasaré mas amenudo, gracias por visitarme.
Besos
olvido -
Llum De Lluna -
olvido -
Pues eso: yo -
Ya sabes que nunca me lo había pasado tan bien como lo pasé en esos días.
Muchos besis